Por Mario Castillo Rodríguez
JMM.-Entre sus múltiples actividades de chiclero, milpero, jornalero, entre otras, el señor Silverio Blanco también se desempeñó como albañil, oficio en al cual destacó como pionero en el municipio de José María Morelos, a donde arribó en el año de 1975.
El antiguo poblador del entonces Kilómetro 50, comentó que en aquellos tiempos fue cuando llegó junto con su esposa en busca de una nueva vida y oportunidades de trabajo, abriéndose paso en una empresa constructora denominada “SESA”, la cual le dio la oportunidad de demostrar sus conocimientos y capacidades en la faena.
Con el paso de los años “Don Sil”, como amablemente se hace llamar, fue también mentor de quienes hoy se desempeñan como “maestros albañiles”, y que de igual manera han pasado de generación en generación la escuela de nuestro entrevistado.
Don Benito Cobá, Ramón Castillo, son algunos nombres que recuerda entre los muchos hombres y amigos a quienes tocó formarlos en el oficio de la albañilería.
Fue tanto lo que destacó como Maestro Albañil, que a la fecha recuerda que en sus manos tuvo la construcción de importantes edificios públicos como el hospital de las comunidades de Saban y Vallehermoso, donde fue el encargado de la obra. La Biblioteca Pública Municipal, la Clínica del ISSSTE, tanques elevados de distintas poblaciones, son otras obras que sus manos edificaron.
Y es que era tanta la confianza que los constructores y autoridades prodigaban a “Don Sil”, que durante la administración municipal de Tomás Flota, tuvo bajo su encargo todas y cada una de las obras que puso en marcha el ayuntamiento de José María Morelos.
“Yo fui el albañil oficial del municipio por allá de los años 80’s, en esas épocas no habían presupuestos grandes como ahora, eran obras pequeñas pero me tocó encabezar todas, tenía un pequeño grupo de personas que trabajaban bajo mi mando y siempre sacamos la chamba a tiempo”, puntualizó el Veterano Maestro.
Entrevistado en el seno de su hogar, Don Silverio Blanco explicó que los techos y paredes del inmueble que nos abrió las puertas fueron construidos por sus propias manos. “Fueron años de trabajo y años de juntar dinero para el material, poco a poco, dure cerca de 12 años en levantarla y también le construí sus casas a mis hijos”, agregó.
Por último, “Don Sil” lamentó que a la fecha el desempeño de la albañilería ha cambiado en forma radical, sobre todo porque a la fecha la mano de obra local es la más despreciada y mal pagada, toda vez que las empresas constructoras generalmente traen a su gente, y quienes viven aquí deben luchar para encontrar espacios.
“Yo jamás traje gente de fuera, a mí me tocó también edificar la Unidad Deportiva Bicentenario –donde hoy se lleva a cabo la Expomor- , y siempre preferí darle trabajo a mis paisanos que buscar manos foráneas, es una lástima que las cosas hayan cambiado”, señaló el pionero de la albañilería morelense.