Por Salvador Pérez Hernández
Bacalar a 26 de enero de 2016. El sonado caso de devastación de más de 52 hectáreas de manglar en el malecón Tajamar con la consecuente destrucción del hábitat de cientos de especies de flora y fauna, asociado a la destrucción de ecosistemas de esteros y humedales que interactúan en un ciclo continuo con un conjunto de lagunas, canales, esteros, cenotes y otros humedales, no sólo se da en Cancún sino que es una práctica acostumbrada en el Sur de Quintana Roo, como lo es la destrucción sistemática que se da en estos humedales y lagunas en la Cuenca Hidrológica de la Laguna de Bacalar, sin que nadie diga nada y haga nada, y la mayoría de esta destrucción ambiental queda impune.
La Laguna de Bacalar presenta un frágil ecosistema, formado por una cuenca profunda que da su nombre a esta Laguna, a la cual escurren las aguas pluviales de los ríos temporales del municipio de Bacalar, formando una red de esteros y humedales, así como de canales y ríos permanentes que drenan el agua hacía la bahía de Chetumal, áreas de humedales que son hábitat de flora y fauna, donde se reproducen diferentes especies de manglares, gran cantidad de aves, reptiles, mamíferos, insectos y moluscos, estando muchas de estas especies protegidas por estar en peligro de extinción, como el manatí del Caribe, la tortuga blanca, los bufeos (Delfines de río), la nutria, el tapir, el tucán y el caracol chivita; que es la base de alimentación del águila caracolera.
En Bacalar se están cometiendo los mismos errores que se han cometido en la bahía de Chetumal y la red de humedales que la rodea, como ejemplos se mencionara el relleno indiscriminado del humedal conocido como la sabana; realizado para la construcción de viviendas, a pesar de ser áreas protegidas por pertenecer a una cuenca hidrológica, rellenos que implican la destrucción de extensas áreas de cubierta vegetal que incluye manglares, del mismo modo que se han realizado en Bacalar; dragados y rellenos para adecuar sitios de interés turístico o ganarle tierra a la laguna.
Otro caso que debe de atraer la atención es el de una especie de caracol endógeno conocido como chivita, el cual ha sido llevado a punto de extinción, sin que las autoridades municipales hayan sido capaces de frenar la depredación de este molusco, que es la fuente de alimentación de las Águilas Caracoleras, y al desaparecer el “caracol chivita”, como consecuencia disminuirá la población de Águilas en la Laguna, pues a pesar de la alerta temprana por la posible extinción del Caracol Chivita, misma que llevó al cabildo bacalarense a emitir reglamentos que establecen la veda permanente de dicho crustáceo, no ha habido acciones que eviten la captura furtiva de esta especie, por otra parte sobresale el maltrato y relleno de estromatolitos; que son las únicas rocas vivas del Planeta, sumado a la falta de capacidad para el tratamiento eficiente de aguas residuales que se filtran a la Laguna.
Es necesario comprender que las cuencas hidrológicas de Bacalar, Río hondo y Río Nuevo (País de Belice) son Cuencas que interactúan por estar unidas entre sí por el Río Hondo, que desembocan a la Bahía de Chetumal, y están compuestas por un sistemas de canales que captan los escurrimientos provocados por las lluvias, formando ríos superficiales temporales y permanentes, así como escurrimientos subterráneos, que se interconectan con lagunas, cenotes, esteros y humedales, actuando como afluentes y corrientes que drenan las diversas lagunas en su camino hacia el mar, donde desempeña un papel importante por sus servicios ambientales, ya que estos humedales donde se desarrollan diferentes especies de mangle, sirven para proteger a la península de los huracanes, albergando cientos de especies de flora y fauna.
A pesar de que científicamente se ha comprobado de que acciones tendientes a la conservación de las selvas y humedales permitirán la disminución del ritmo del calentamiento global, no ha sido suficiente para que inversionistas efectuaran la destrucción del manglar en Tajamar, situación que se repite en los humedales de Cozumel donde construyen desarrollos turísticos, en la Laguna de Bacalar para abrir espacios para el turismo y la explotación irracional de la Chivita, así como la destrucción de los humedales en Chetumal para construir casas habitación, queda demostrado que la economía es la que mueve a Quintana Roo, y el cuidado al medio ambiente es un asunto secundario.
Paradójicamente el sello verde que se le da a la promoción turística tiene cierto grado de falsedad, ya que se publicitan estos sitios turísticos como de Naturaleza imperturbable, arenas blancas, agua cristalina, y como desarrollos sustentables donde se protege la flora y la faunas cuando la realidad es que el crecimiento de la infraestructura turística y urbana destruye los humedales con sus manglares y su delicado equilibrio ecológico, aniquilando la flora y diferentes especies de animales, que van desde insectos, reptiles, crustáceos, aves hasta diferentes especies de mamíferos, muchos de ellos en peligro de extinción.
También es necesario precisar que humedales y manglares son áreas protegidas por diferentes normas y reglamentos que las dependencias federales, estatales y municipales se pasan por el arco del triunfo y tal pareciera que estas dependencias están al servicio de los señores del dinero, ya que si bien se traducen en desarrollos costeros con miras a la generación de inversiones, fuentes de empleo y de divisas, estos tienen un alto impacto ambiental
Se concluye que la economía mueve a Quintana Roo y deja en la indefensión los ecosistemas costeros, así La Laguna de Bacalar, que está íntimamente vinculada a las cuencas hidrológicas; de Bacalar, Río hondo y Río Nuevo, y a una red de Ríos, Cenotes, Esteros y Humedales unidos al Río Hondo, desembocando en la Bahía de Chetumal, superando en belleza a los humedales homólogos de los Everglades en la Península de La Florida; está condenada a seguir destruyendo la fuente de su belleza y habría que preguntar si la Economía quintanarroense es prioritaria a la conservación de los ecosistemas costeros.