Por Mario Castillo
Chetumal.-«Amigo, me preguntas que opino del nuevo gobernador que va llegar; yo te aseguro que llegue quien llegue, los jodidos seguiremos igual de jodidos», respondió a mi pregunta un respetable vendedor de Perros Calientes.
Ayer, cerca de la media noche cuando me dirigía a la casa de ustedes a descansar tras un largo día de intensa labor reporteril, opté por aventarme el ocasional «dogo», y mientras lo paladeaba hice charla con quien estaba detrás despachando pidiéndole su opinión por el tan cacareado «cambio» que se anuncia para Quintana Roo.
Cuan asombrado quedé. Una simple frase expresó una de las enormes realidades que deparan a los miles de paisanos que se ganan la vida de una manera no tan cómoda como otros tantos.
Juan -nombre con él que prefiero llamarle por respeto a su honorable persona-, lleva a cuestas 36 años y en él recae la responsabilidad de alimentar 5 bocas, incluida la suya y la de la madre de sus tres hijos, apenas logró terminar la secundaria y debe salir todos las noches a vender perros calientes en esquina en la que ha hecho historia en el oficio de 15 años a la fecha.
«Si los que tienen profesión de licenciados andan manejando taxis para llevar el dinero a la familia; no imagino como nos va cambiar la vida a los que apenas acabamos la secundaria nada más porque Carlos Joaquín va ser nuestro gobernador», cuestionó ante mí el respetable caballero de la noche.
Me dijo muy sereno que él esta consiente de su situación, de que las oportunidades no llegan así porque sí como los milagros inesperados, y que la vida del pobre no es algo que resuelva «alguien que presumen como el todopoderoso».
«Mi estimado -decía al darle vuelta a las salchichas-, yo no creo en los Santos Reyes, yo vivo mi realidad y muchos han pasado diciendo lo mismo, y nomás no. Que se tomen la molestia de hacerse esperanzas los que tengan tiempo; yo mientras seguire chingándole como lo he hecho todo mi vida desde que tengo uso de razón», añadió al tiempo que cobraba el importe de mi improvisada cena.
Al momento de redactar estas líneas, todavía retumban en mi cabeza las palabras de «Juan» mientras me pregunto: en verdad los jodidos seguirán igual de jodidos?
Porque cambio todos quieren, hasta yo. Pero la realidad es que el amigo de los perros calientes sabe que no todo lo que brilla es oro, y que por muy cruel que se escuche, la esperanza no es algo que todos lleven como bandera. Al menos no para los miles que quienes viven en esa enorme realidad.
Y ustedes mis apreciables lectoras y lectores, cuál es su opinión al respecto?