*Al son de “Viajera” y “Mi Ranchito”, que tantas veces escuche de su voz
Por Mario Castillo Rodríguez
Chetumal.-Aunque de entrada quise tomarlo como algo natural dado que las voluntades de ‘el de arriba’ son incuestionables, la noticia me cayó como balde de agua fría pues en lo personal tuve el gusto de conocer a esa mujer de carácter regio, ingobernable y para muchos de temperamento duro, pero con un espíritu de libertad inquebrantable como lo era “Doña Rita”; virtudes que sin duda dejaron enorme enseñanza en mí.
Originaria de Dzitás, Yucatán, a los 89 años de edad, la mañana del pasado miércoles 19 de noviembre de este año, falleció la señora Rita María Heredia Martín mejor conocida como “Doña Rita”, después luchar contra un infarto cerebral y la parálisis que le postraron por cerca de dos meses en la cama de un hospital. Lamentablemente me entere unos días tarde, pero no dejo de expresar mis condolencias a sus hijos –Ariel y Pedro en particular-, nietos y demás familiares a quienes guardo especial estima.
Para muchos –amas de casa en particular- esta mujer representó el quebranto de tabúes, la ruptura del conservador estilo de vida capitalina, porque fue pionera de los negocios que dieron vida nocturna al Chetumal de antaño; ese que en los años 70 fue de memorable auge y bonanza económica que permitían darse la clase de gustos que aun en tiempos actuales no dejan de ser motivo de crítica.
Los golpes de pecho jamás faltarán como parte de una sociedad que se niega a reconocer realidades ya comunes en el devenir de nuestros pueblos y nuestras culturas, pero lo cierto es que “Doña Rita” fue fundadora de uno de los centros nocturnos que más fama ganó en la zona sur de Quintana Roo. Prestigio que llegó a extenderse por toda la entidad, llegando hasta estados vecinos como Yucatán, Campeche y Tabasco gracias a los agentes viajeros que en sus constantes visitas a Chetumal no dejaban de concurrir el “Nicté-Ha”.
Incluso los hermanos del vecino país de Belice se daban cita para disfrutar de las exóticas variedades adornadas con lentejuelas, plumas, chaquiras, etc., etc., que brillaban cada noche al vaivén de la música, y que se conjugaba con el humo de olorosos cigarrillos, las risas, y las escandalosas fragancias de mujeres provenientes de todos los estados del país.
Y ahí fue precisamente donde conocí a “Doña Rita” por el año de 1995, cuando un servidor apenas cumplía los 18 años y cual buen desertor de las aulas, me di a la tarea de ganarme la vida con un trabajo honrado como mozo de limpieza en el cabaret, para después gozar de la confianza de tan regia mujer y terminar como cajero de una empresa que daba el sostén a más de 20 empleados de manera directa, y a muchos más de forma indirecta ya que el taquero, los taxistas, cuidadores de autos y demás prestadores de servicios también fueron favorecidos con las bondades de un negocio como el “Nicté-Ha”.
Qué tiempos aquellos, y aunque me tocó ver el acabose de más de dos décadas de esplendor, fue sin duda una de las mejores experiencias de vida gracias a los encantos femeninos que todas las noches hacían gala en la pista, sin pasar por alto los traguitos que tras la barra apuraba para no ser motivo de los enérgicos regaños que tanto caracterizaron a “La Jefa”.
Recuerdo cuando en sus charlas me decía: “Maricón –porque era la palabra con la que me expresaba su cariño-, yo soy una dama regia, ninguna de éstas putitas (bailarinas y ficheras) me llega a los talones, tengo en mi alma la estirpe de María Félix y voy a escribir un libro en su memoria que se titule ‘Mi Último Cuplé’ para que los demás sepan quien fue Rita Heredia cuando se me lleva la chingada”; por eso escribo estas líneas, para dar tributo a sus deseos; no veo imposible dedicarle un libro en tiempo futuro.
Sin duda,días y noches de muchas experiencias, demuchas emociones, pero ninguna como aquellas cuando “Doña Rita” decidía hacer acto de presencia al salón; todos temblaban porque ya sabían que teníamos que cuadrarnos estando ella presente. Vestida con sus trajes y vestidos confeccionados a la altura de sus exigencias, no había quien compitiera con esa personalidad que se imponía a la pista con micrófono en mano para dar la bienvenida a los cañeros, albañiles, obreros, médicos, funcionarios de segundo y primer nivel, incluso gobernadores, y muchos otros que aplaudían las notas que emanaban del ronco pecho de “La Jefa”.
“Viajera” y “Mi Ranchito”, eran los temas preferidos que hicieron vibrar las paredes de aquel imponente cabaret situado a las cercanías del poblado de Calderitas, y que cuidó celosamente pues gracias a él su familia gozaba de una cómoda posición, y que al día de hoy recuerdan aquellos que nacieron y se forjaron con ‘el Chetumal de buena madera’, de esa madera que hizo propia “La Jefa” para darle vida a las noches del ayer, y a quien desde estas líneas agradezco todas y cada una de sus enseñanzas.
PD.-La historia de ella es por demás extensa, y las anécdotas vividas por un servidor no alcanzarían en estas líneas; pero con la venia de los deudos, reservo el resto para mi acervo personal
¡Descanse en paz Doña Rita María Heredia Martín!